ANEXO DOCUMENTAL 63

Suplemento al método completo para acordeón, sistema alemán y cromático, crónica acordeonística. Los acordeones y sus fabricantes. 1890

Por CELESTINO PÉREZ GARCÍA

Aunque el asunto se presta, seguramente, a escribir un grueso volumen, vamos a concretarnos, con objeto de abreviar en lo posible, a demostrar que, propiamente hablando, no existen acordeones ni acordeonistas, pues los numerosos profesores de aquél, no pasan de ser unos aficionados más o menos ventajosos, y el acordeón un instrumento cuyos sonidos, en la mayoría, están reñidos con la harmonía y afinación tan grata al oído.

Antes de seguir, consideramos de oportunidad hacer una descripción algo detallada del tan generalizado y nunca bien comprendido acordeón, para que los profanos en este instrumento no le confundan con otros que se le asemejan bastante.

El acordeón es instrumento músico de fuelle, que produce en Si bajos y acordes compuestos para su acompañamiento. Visto exteriormente se compone de cuatro partes:

- Caja del teclado, donde residen las teclas para la mano derecha correspondientes al canto.

- Caja de la melodía, Fuelle y Caja de la harmonía, donde también residen las teclas correspondientes al acompañamiento y válvulas de aire para la mano izquierda.

Produce los sonidos al pulsar las teclas, por el aire que aspira o expele el fuelle al plegar o dilatarlo, haciendo vibrar las lengüetas metálicas colocadas interiormente. Los modelos que han llegado a nuestro poder son de tres sistemas:

- Francés, de uno y dos teclados.

- Alemán, de uno, dos y tres respectivamente; y

- Cromático, sólo un modelo de tres teclados.

En los de sistema alemán y francés cada tecla produce dos sonidos distintos, uno abriendo el fuelle y otro cerrando.

En el cromático, sistema francés y alemán son muy parecidos, pues la mayor diferencia entre uno y otro consiste en que el primero produce la tónica abriendo y el segundo cerrando.

Los modelos restantes son completamente diferentes en cada sistema.

Dada esta explicación, réstanos advertir que en adelante nos ocuparemos con preferencia del sistema alemán y cromático, con objeto de exponer los defectos de que ambos adolecen y las reformas introducidas en nuestros modelos perfeccionados.

La fabricación de acordeones ha adquirido tanto o tal vez más desarrollo en Austria que Alemania, a pesar de ser en esta última nación donde fueron inventados hará medio siglo próximamente. Los fabricantes de estos instrumentos en ambos países, con miras puramente comerciales o por otras causas que desconocemos, pero que desde luego en nada les favorece, se concretan a la construcción de acordeones de relumbrón y pacotilla, según puede probarse con los que vemos expuestos en los escaparates de los establecimientos donde se expenden.

Pertenecen a los primeros los profusamente adornados con trompetillas que para nada sirven y blindados con pedazos de hoja de lata cortada en forma más o menos caprichosa, pero que siempre nos resultan de un gusto muy dudoso, aunque tal vez sea éste un medio para darles un valor que seguramente no tienen pero que aceptan la mayoría de los incautos, entre los que incluimos a buena parte de los titulados profesores.

De pacotilla lo son todos, pues si bien algunos carecen del grotesco vistazo, dejan mucho que desear en otros conceptos, dando por resultado que en la industria que nos ocupa, no se puede pedir nada... peor ni más variado. Agregado a esto la falta de verdaderos acordeonistas, nos explicamos la causa por la que viene decayendo cada vez más un instrumento que tocan muchos, pero con tan limitados conocimientos, que le hacen insoportable y antipático.

Ésta es la razón que nos ha impulsado a escribir estas páginas, en las que nos proponemos indicar a los fabricantes en general las reformas importantes que requiere la construcción de acordeones, para que en lo sucesivo reúnan las condiciones musicales que le son adecuadas, y al mismo tiempo ilustrar a los titulados profesores y alumnos, para que en su día sean verdaderos conocedores y ejecuten con lucimiento lo que hoy sólo trituran lastimosamente. Nuestro propósito es bueno, y esperamos será bien acogido, principalmente por los fabricantes, puesto que ha de redundar en beneficio suyo, no sólo por el aumento de pedidos, sino por las mejoras con que éstos pueden servirse, adquiriendo de este modo la seriedad e importancia a que indudablemente está llamada esta industria. Respecto a los segundos, especialmente en lo que concierne a los señores profesores, la cosa es más peliaguda.

Cualquiera se atreve a decirles algo, cuando existe cada maestro que, acordeón en mano, es capaz de interpretar con sus estridentes notas toda la historia musical, desde las seguidillas, que allá en sus ratos de ocio se entonaban a dúo nuestros papás Adán y Eva, hasta las malagueñas con que se jalea para su capote nuestro actual Canciller! ¡Pues ahí es nada!

¿Con leccioncitas a nosotros? Se dirán estos monstruos musicales. "¿A nosotros, que hemos hecho funcionar tantos fuelles (acordeónicos) que, a reunir todo el aire utilizado para el caso habría cantidad suficiente para formar un ciclón que diera al traste con todo bicho viviente?"

Dejaremos para más adelante a estos señores, que nos proponemos pescar con las mismas redes que ellos con su ignorancia se tejieron, y volvamos a los fabricantes. Sabido es que los de otros instrumentos observan sus reglas para la construcción de los mismos. Los de acordeones, como carecen de ellas, los hacen a su capricho, resultando, por lo que se ve, que para ellos la importancia estriba en que aparezcan muy vistosos, como si sólo se tratara de un juguete para recreo de bebés.

Si éste es el concepto que merece el acordeón, huelga cuanto se escriba y sobran los modelos superiores, pues con los de un teclado basta para el objeto. Nosotros creemos, por el contrario, que merece otra consideración muy distinta, y los fabricantes convendrán en lo mismo, en el mero hecho de que con mejor deseo que inteligencia han procurado la perfección. Poseemos catálogos de varias fábricas austríacas y alemanas, donde presentan algunas la friolera de 80 ó 90 modelos distintos, y sumando los de todas, suponen algunos cientos de instrumentos que con sujeción a la música resultan inútiles, como vamos a demostrar, sin gran esfuerzo, concretándonos, por supuesto, a indicar en conjunto, los que se construyen en las principales fábricas de Viena, pues de lo contrario se haría indispensable escribir un grueso volumen para tratar sólo este asunto.

Acordeones de un teclado

Presentan de cincuenta a sesenta modelos que contienen de seis a doce teclas para el canto y dos para el acompañamiento. Su tonalidad es variadísima, pues se encuentran afinados en cuantos tonos puedan apetecerse, pero muy pocos en Do mayor que es el verdadero. Como juguete, todos reúnen excelentes condiciones, pero si en cambio le concedemos la miajica de atención que algunos métodos indican, no las tienen ni sabemos a qué conduce esta diversidad de modelos, pues entendemos que con uno de diez y dos teclas, respectivamente, es lo bastante. Comprendiendo la deficiencia de este instrumento, han procurado perfeccionarle aumentando uno o dos teclado y algunas teclas para acompañamiento, resultando con estas mejoras más complicados, pero tan defectuosos como los anteriores.

Acordeones de dos teclados

De dieciséis a veinte modelos pueden verse en los catálogos, con diecisiete y diecinueve teclas para el canto y cuatro o seis para acompañamiento. En éstos también hay sus variaciones, pues se encuentran algunos en tonos de Re y Sol, Si y Mi bemol, Fa natural y Si bemol, La y Re natural mayor, si bien dominan los afinados en Do y Fa, que, dicho sea de paso, tampoco tienen razón de ser.

Los de diecinueve teclas, que equivalen a treintaiocho sonidos, no producen escala cromática, pues las accidentales que contiene se reducen a fa y re sostenido, cerrando, y sol, la y do abriendo.

Las seis teclas para acompañamiento producen las tónicas y acordes correspondientes de Do y Fa mayor cerrando y las dominantes abriendo, y en tono menor, la tónica y acorde de Re abriendo y dominante cerrando, resultando el consiguiente desbarajuste entre la harmonía y melodía.

También hemos examinado otros de dos teclados con veinticuatro teclas para acompañamiento, mandados construir, según instrucciones del profesor Sr. Zamora y otros maestros, resultando que, como dichos señores tienen muy limitados conocimientos musicales, los mencionados instrumentos son un grandísimo disparate, pues el perfeccionamiento no consiste en aumentar teclas por docenas sin más regla que el capricho de cada uno.

Acordeones de tres teclados

Presentan 3 modelos, de los que hemos examinado 2, afinados en Si, Mi y La bemol y Fa natural, Si y Mi bemol mayor.

Tienen treintaiuna teclas para el canto equivalentes a sesentaidós sonidos, que a pesar de ajustarlos a nuestro sistema de tonalidad indicado en las reglas generales del Método por música para éstos, no producen dos octavas cromáticas. La disposición de las accidentales es la siguiente:

Do, Fa y re sostenido, cerrando y re, fa, sol, la y do abriendo. Las doce teclas para acompañamiento, producen las tónicas y acordes de Sol, Do y Fa cerrando, y las dominantes abriendo, en los tonos mayores, y las tónicas y acordes La y Re abriendo y dominantes, cerrando en los menores.

El tono de Mi menor cerrando, carece de la dominante abriendo y en su lugar tiene la tónica y acorde de Si bemol mayor. La armonización resulta en éstos tan disparatada como en los anteriores.

Con lo que llevamos expuesto es suficiente para juzgar el grado de ilustración musical de los inventores y constructores, pero ano nos resta algo más que decir en este asunto. Como venimos demostrando, el medio de perfección por ellos empleado, les resulta todo lo contrario de lo que indudablemente buscan, y que algo de esto no se les oculta, lo demuestran sus continuos, aunque estériles trabajos para llegar a la apetecida perfección que les lleva a construir el titulado acordeón cromático.

Acordeón cromático

El único modelo que presentan en los catálogos, contiene cuarentaitrés teclas para el canto y doce para acompañamiento. Este nuevo sistema reúne desde luego mejores condiciones en la extensión de los sonidos para el canto. La disposición de la caja del teclado merece elogios por su acertada distribución de teclas blancas para los sonidos naturales y negras para los accidentales. No así la caja armónica, que en nuestro concepto es el colmo de los disparates, pues con los tonos que producen sus doce teclas, resulta inútil para los efectos acompañantes, demostrando así el inventor que ignora lo que un mediano solfista debe saber. Lo cierto es que, comparando a los inventores y constructores con los profesores, resulta que no tienen nada por qué envidiarse, pues si aquéllos lo hacen mal, éstos no les van en zaga, y todos se afanan por demostrar quién es peor.

Hemos visto un nuevo modelo de acordeón cromático que contiene en la caja armónica tres filas de teclas de varios colores. Según referencias, es completo, y en breve publicará su inventor un método en que así lo hará constar. A nosotros, que presumimos de entender algo en construcciones de esta índole, nos parecen innecesarias tantas teclas y colorines para conseguir acordeones completos. Esperamos, sin embargo, la mencionada publicación, para en vista de uno y otra, hacer nuestras apreciaciones en forma. Aparte de los defectos ya enumerados, hemos observado otros muchos de los que indicaremos algunos. Los sonidos son estridentes y tardos en la emisión, bien por la forma de las cajas sonoras o por estar mal repasadas las lengüetas.

Unos tienen pistones y otros teclas descubiertas, resultando defectuosos para la ejecución de diseños rápidos.

Las válvulas de aire y teclas de los bajos están colocadas a placer, lo que contribuye al aumento de las dificultades con que ya tropieza el acordeonista.

Los registros y aparatos para el trémolo y otros efectos de sonido sirven únicamente para aumentar el volumen, aunque parezca otra su aplicación.

Y por último, los modelos son excesivamente grandes y pesados, siendo algunos impracticables para la generalidad de los ejecutantes.

En resumen: que el acordeonismo ha de sufrir una reforma importante para que se eleve de la esfera rastrera en que hoy yace y tenga aceptación bajo el punto de vista útil y recreativo. Estas dos últimas frases requieren una explicación.

Ateniéndonos al examen que venimos haciendo de los acordeones y al que más adelante hacemos de los métodos publicados por diferentes profesores, resulta que en materia acordeonística nadie hasta ahora ha demostrado ver más allá de un espacio tan limitado, que bueno será advertir no pasa de sus narices.

Que nuestro objeto es dar más ancho campo a la visual, lo prueban estas páginas escritas con mas o menos corrección, pero dictadas sólo por el buen deseo. Por esta razón decimos que las frases útil y recreativo necesitan su explicación, pues no habiendo quien sepa los puntos que puede calzar el acordeón, con relación al arte, alguna vez era preciso decirlo y nunca mejor ocasión que la presente.

Como objeto de puro entretenimiento, no requiere ciertamente estudio ni perfección: por tanto, para ese objeto buenos son los existentes, si bien sobran, como en otro lugar decimos, los de dos y tres teclas. Si avanzando algo más, le consideramos como instrumento recreativo, nos encontramos con que ninguno de los construidos, especialmente en el sistema alemán, sirven para el caso, a no ser que el recreo consista en producir un ruido más o menos desagradable, que salta desde luego por todas las reglas musicales.

Por último, si le concedemos el verdadero lugar que corresponde a todo instrumento musical, es decir, el de utilidad, ninguno en absoluto de todos los sistemas conocidos la tienen, pues si bien el cromático reúne buenas condiciones como cantante, resulta completamente nulo como acompañante.

Resumen: que de los infinitos acordeones que se construyen, sólo el últimamente mencionado se aproxima en una parte a las condiciones de perfección que deben exigirse y pueden tener estos instrumentos.

Nuestros acordeones perfeccionados, con relación a cada sistema, puesto que el más sencillo es útil como auxiliar para el estudio abreviado del solfeo, anula por completo todos los conocidos, incluso el cromático, como fácilmente podemos demostrar a quién lo dude y se precie de perito en este asunto. Con nuestro sistema queda la fabricación más reducida y útil, pues con tres modelos fundamentales y uno reducido, según las facultades musicales de cada acordeonista, se consigue el todo, o sea la perfección, al paso que con la infinidad de modelos que hoy existen, no adelantamos nada.

Dicho está que el precio de nuestros acordeones será más elevado que el de los actuales, detalle pequeño, sabiendo que de esta manera se adquiere un instrumento de utilidad, al paso que el gasto ocasionado en otros los es también como venimos demostrando, nos parece inútil, por ser inútil: esperamos que los señores fabricantes han de seguir nuestras instrucciones, porque no queremos creer que su abandono llegue hasta el extremo de perjudicarse como industriales en su nombre e intereses.

Guiados primero por un buen deseo, y luego por la más estricta imparcialidad, nos imponemos el deber ineludible de hablar muy claro, señalando al público más adelante los constructores que atendieron nuestras observaciones y pueden ofrecer la utilidad a cambio de los intereses invertidos, y por el contrario, a los que permanecieron sordos y por desgraciada rutina, siguen construyendo acordeones que, si hoy a pesar de reunir tan pésimas condiciones se aceptan, por aquello de que en tierra de ciegos un tuerto es el rey, en lo sucesivo, y conocidos los perfeccionados, no habrá seguramente quién adquiera una mercancía tan inútil.

Afortunadamente, no existirá un solo fabricante que no vea las ventajas que proporciona el perfeccionamiento en lo que hace, no sólo por su crédito personal, sino por la parte lucrativa, base imprescindible de la prosperidad. Terminaremos este asunto hablando, aunque muy ligeramente de los acordeones de sistema francés.

Acordeones de sistema francés

En España están poco generalizados, razón por la que nos concretamos a la mayor brevedad, teniendo en cuenta también que ya existen algunos métodos que tratan la cosa con alguna extensión.

Los modelos de un teclado son muy parecidos, como hemos dicho anteriormente, al sistema alemán, si bien algunos, en vez de las dos teclas para acompañamiento en la caja armónica, tienen dos llaves para la armonía en los extremos del teclado correspondiente al canto.

Los de dos teclados contienen de 15 a 27 teclas para el canto que producen escala cromática más o menos extensa.

La parte armónica se reduce a dos teclas para acompañamiento, como los de un teclado, o sea, lo más pobre que en armonía puede resultar un instrumento.

Y ahora, señores autores o profesores, ha llegado la ocasión de, juzgándoles por sus obras, decirles algunas verdades que serán otras tantas saetas dirigidas al blanco de una mal tenida vanidad, que más o menos pronto, tenía al fin que ser descubierta.. Y hágase el sordo el que escuchar no quiera.

Los métodos y sus autores

Entre los pomposamente llamados profesores de acordeón domina la absurda idea de que basta ejecutar en este instrumento alguna piececita más o menos difícil, pero siempre tropezando, para lanzarse enseguida a la publicación de métodos con los que pretenden nada menos que hacernos consumados tocaores, pero que en realidad no consiguen otra cosa que apurar la paciencia del que intenta aprender con sólo las reglas que dichas publicaciones pueden darle, y quedar mal parada su reputación de profesores ante los que saben apreciar el valor y belleza de la música.

Mal puede enseñar a escribir el que no sabe leer, y dicho se está que tener la pretensión de ser maestro sin conocer las notas musicales, es en nuestro concepto muy ridículo. El acordeón, como otro cualquier instrumento musical, requiere un estudio inteligente y detenido. ¿Lo entienden ustedes, señores profesores? Inteligente y detenido. Y para que los trabajos que se dan a la publicidad sean hijos de una sabia teoría unida a una verdadera práctica y no engendros desdichados, es preciso demostrar que el título de profesor fue adquirido con méritos suficientes y en buena ley. Para que nuestros lectores vean el por qué nos expresamos de esta manera, pasaremos a ocuparnos con ligero detenimiento de los diferentes métodos que han llegado a nuestro poder y cuyos autores son los que gozan, o se gozan más fama entre los acordeonistas.

Métodos por música para sistema alemán

Figura en primera línea Instrucción Universelle Acordeón Schule. Conocido vulgarmente por Método alemán. Después de un detenido examen, nos resulta que el tal método no lo es, pero aun ni siquiera lo parece, pues se reduce a una colección de 64 números de música, algunos tan mal arreglados que, ¡válgame Dios!, paréceme que su autor esperaba en aquel momento la visita del casero. Aquello es el caos, sí señor, el caos. Se me olvidaba decir a ustedes que estos numeritos, los del Schule, son para acordeón de un teclado, pues además tiene otros 6 para dos teclado en tono de Do y Fa.

Pero, señores, lo dicho.

También los encuentro mal,

pues los dichosos trocitos

más bien dicen que fá.

En las reglas generales presenta únicamente el modelo de un teclado, así es que del Acordeón mit 2 Reihen tasten, nos quedamos en ayunas, aunque lo de Testen, traducido con chichonera y montado en el bastón de papá, debe leerse trasto o tostada, porque los acordeones de dos teclados con palas a que quiere aludir, no merecen otro nombre.

El segundo es el editado por Don Andrés Vidal, de Barcelona. En la edición actual han suprimido el nombre.

Su titulo: Método de acordeón al alcance de todas las inteligencias sin necesidad de maestro..., gracias a Dios que terminamos. El titulo será largo, pero tiene mucha gracia, porque eso de al alcance de todas las inteligencias... Vamos... no me jaga usted reír, que tengo el labio partío. Respecto a sus reglas, porque éste también las tiene, y a los 15 numeritos de música para acordeón de un teclado, suprimimos todo comentario. Este método es una reproducción del anterior, y ya sabemos que las reproducciones de una cosa mala resultan peores.

Mucho ojo, señores editores, y no arriesgarse con publicaciones de esta índole, pues desde ahora y peñola enristre, estoy dispuesto a librar descomunal pelea con todo el que saliera al palenque musical, sin otros títulos que los que buenamente quiso apropiarse.

A continuación de los anteriores métodos, sigue el de un humilde servidor de ustedes -me parece que soy imparcial-, pequé entonces y justo es que ahora me imponga la merecida penitencia.

Mi Método para acordeón de un teclado, retirado de la venta por defectuoso -a franco nadie me gana- me obliga a tomar parte en la batuda haciendo mi correspondiente plancha, que repito, al titularle de completo en uno de los párrafos del preámbulo. Pero debo hacer constar, como circunstancia atenuante, que reconocí antes de ahora mi error, según manifiesto en la edición del 1º de Agosto de 1887 que acompaña a cada ejemplar, lo que me hace ser el único entre tantos pecadores, que cumplen su penitencia reconociendo el lapsus cometido, y eso que el mio con el de otros comparado, resulta en tamaño

Lo que el chico cañamón

al huevo de un avestruz

Y tócale en turno al Sr. Don Emilio Yebra y Piqué con su Método para acordeón de un teclado, tan bueno como los anteriores, y conste que no hago esta aclaración por rendirle tributo de homenaje, sino para hacer patente la justicia merecida.

¡Y que no está escrito con salero el metodito!

Sin duda estaba de chispa -en el buen sentido de la palabra - ¿estamos?

¡Vaya si tiene sal!

Oigan ustedes el preámbulo, o lo que sea, que en esto no discuto.

"La mayor parte de los métodos que hay escritos."

¿Se enteran ustedes'? Que hay escritos.

"Adolecen en mi sentir" -Y en el de todos, Sr. Yebra.-

"Del grave defecto de ser oscuros" -Mire usted qué diablo de oscuridad; luz, Sr. Piqué, luz.-

"De ser oscuros en sus explicaciones y de tener estas reducidas a determinados sistemas" -No vayan ustedes a figurarse que Don Emilio nos habla de lo que no mencionaron otros. Y sigue.-

"He creído por lo tanto" -Pues mal creído, muy mal.-

"Que llenaba un gran vacio" -¿ve usted como creía mal? ¿Un gran vacío? Y tan grande que aunque publicara usted métodos todos los días y viviera más que Matusalén, nunca conseguiría llenarle.-

"Un gran vacío, escribiendo un método que sirva para conocer y aprender el uso de todos los acordeones" -¿El uso? ¿Qué diablo de uso será éste?-

"Principalmente en los diferentes sistemas alemanes que, son los más usados" -O lo que es lo mismo, los más viejos.-

"Desde el más modesto de un teclado, hasta el más difícil -y el claro, menos modesto- y complicado acordeón cromático".

¿Conque todo esto quiere usted enseñarnos?

Ya vendrá el tío Paco con la rebaja, ¿no le parece?

Sigamos.

"No tengo la pretensión" -Y hace usted muy bien.-

"De que este método sea una obra perfecta" -¡caracolitos, pues no faltaba más que la tuviera!-?

"Ni menos la de que con"... Decididamente, este la de que con no me suena.

"La de que con su estudio pueda llegarse a ejecutar toda clase de piezas" -Pues aún creo más racional esta pretensión que la otra, Sr. Piqué.-

"Pues algunas de ellas serán difíciles siempre, imposibles"-¿Imposibles?-

"Casi" -Respiremos, faltaba un casi.-

"Tratándose de un instrumento de limitados recursos" -Sobre todo alemán, es decir, de los más usados.-

"Pero si creo" -Pues yo no.-

"Que con mi sistema" -Entiéndase bien: sólo con su sistema.-

"El discípulo logrará dominar' -¿Dominar?-

"El acordeón" -¡Ah!-

"Y al tocarlo" -¡Qué prodigio, sólo al tocarlo!-

"Hacer gratos sus sonidos a las personas que lo escuchen."

¿Y no podría usted conseguir lo mismo con los animales'? Los perros, por ejemplo, cuyo desagradable aullido crispa los nervios, y ya ve usted qué fastidio, si por una interrupción de este género se aguaran tan bellas esperanzas como nos hace vislumbrar.

"Si lo he conseguido -habla Don Emilio- el inapelable fallo del público lo dirá y a él desde luego me someto".

Resulta de todo lo que nos dice el Sr. Piqué una serie de contradicciones y otras lindezas, dichas tal vez de muy buena fe, pero que demuestran un desconocimiento absoluto. Si usted, Don Emilio, siguiera mi consejo, y conste que al dársele no me guía otro sentimiento que el de la sinceridad, retiraba de la venta todos los ejemplares de su método, renunciando a la publicación de otros, a menos que sus conocimientos acordeonísticos, que bien lo han menester, no salgan del limitado espacio en que hoy por hoy están encerrados. La notita que en la página 9ª de su producción nos pone usted, huelga por completo: los músicos para nada la necesitan y los profanos la entenderán lo mismo que si en lugar de notas hubieran puesto signos egipcios.

¡Y la cifra! -¿Qué cifra es esa, Sr. Piqué de mis pecados? ¿Dónde ha dejado usted las cuádruples corcheas y otras menudencias?-

¿En el vacío? -¿Perdidas en la oscuridad de que nos hablaba?-

Vea usted por lo que me obliga a manifestarle que de su cifra valorada a punta de lanza no sirve, y aunque sirviera no tiene aplicación, según indicamos en otro lugar. En cambio, quiere darnos una galana prueba de su ingenio y producto indudablemente de grandes desvelos, inventando unos signos de silencio... por los que concedo por mi parte, privilegio indeterminado.

Y vamos a terminar con su método que, imitando al alemán, no tiene una sola condición por la que pueda recomendarse como superior a los que venimos citando; y ya que se atiene al inapelable fallo del público, por supuesto, del público que distingue en estas cosas, fallamos que el Método teórico práctico de acordeón por Don Emilio Yebra y Piqué es tan deficiente y rutinario como todos los mencionados con las circunstancias agravantes de intentos frustrados de llenar vacío, hablarnos de oscuridades, achuchones a la gramática, y otras mil cosas que callamos en honor a la brevedad, pero dignas de tenerse en cuenta para condenar al citado método a la más absoluta indiferencia del público. Y van cuatro. ¡Lástima que las hijas de Elena no fueran cuatro también! A cada una un metodito, y en paz.

Métodos por cifra

Cortada nuevamente la pluma y dirigiendo la vista hacia el montón formado por las publicaciones de que venimos ocupándonos, atrae nuestra atención una por su llamativa cubierta. Método de acordeón de un teclado por Don Carlos Salvi. Si no fuera tan extenso, copiaría lo que, titulado al público, nos dice el Sr. Salvi, para que ustedes se enteraran del entusiasmo que le inspira este instrumento, entusiasmo que le hace perder el seso hasta decir lo siguiente:

"El acordeón tiene las ventajas todas de un harmónium sin reunir ninguno de sus inconvenientes."

¿Qué les parece a ustedes? Seguramente lo que a nosotros, que presentarnos el acordeón como instrumento más perfecto que el harmónium, demuestra sin duda alguna que en materia musical no ve este señor más allá de sus narices, y no le concedo que sean muy largas. Continúa tocando el violón para acompañarse en su himno de alabanzas diciéndonos:

"No hay posición a cuyo alcance no esté su precio."

Los he visto vender hasta por la módica cantidad de quince perras chicas. ¿Se refiere usted a éstos, Don Carlos'? Porque si es a los otros, le aseguro formalmente que sé de muchas posiciones a cuyo alcance no está ni con mucho.

"No hay pieza que en él no pueda ejecutarse".

Quite usted jierro Don Carlos, que si esto nos lo dice como profesor, nos resulta sólo un principiante que, llevado en alas de su entusiasmo, se remontó al limbo o mansión de los tontos de capirote. Apreciaciones tan fuera de razón no debe hacerlas el que, como usted, pretende pasar por maestro.

Tampoco es sincero lo de "he resuelto publicar el presente método por cifra, a causa de su mayor brevedad".

Y no saber una palabra de música, debió usted añadir, porque con sus pretensiones le sucede lo mismo que al que quiere parecer muy alto y para ello se pone zancos, al menor descuido, ¡zas! resbala y no sólo descubre los apéndices de madera, sino que lleva su correspondiente achuchón.

En el segundo método suprime las apreciaciones, concretándose a copiar el modelo alemán y presentando un diseño de dos teclados en tonos de Do y Fa, basado también en el célebre 2 Reihen Tasten, ofreciendo en la página 7ª publicar un método para éste y otros modelos, el que todavía no se ha dado a la publicidad. La cifra en ambos está compaseada a medida de sus deseos y las piezas tomadas al oído, a dos kilómetros lo menos de distancia, y es claro, así salieron. Lo que usted cita en su primer método bautizándolo con el nombre de concertantes, son acordes ¿Estamos? En resumen? le aconsejo no vuelva a publicar métodos sin tener más nociones musicales de las que posee, que por cierto no pueden ser menos.

Ni una, Sr. Salvi, Ni una.

Y sigue Escuela de la harmónica. Método extranjero degollado al español para acordeón de dos y tres teclados. ¡Válgame Santa Tecla!... ¡Y qué método nos ha salido de la tal escuela! Debe estar hecho por algún párvulo al que sin duda en castigo a su poco aprovechamiento, encomendaron su confección. En fin, que no tiene el diablo por donde desecharle. Me resulta tan malo, que es una lástima perder el tiempo con un engendro semejante, así es que me concreto a recomendar muy eficazmente a los aficionados que donde quiera que le vean no le toque, porque lleva en sus páginas un trancazo musical de padre y muy señor mío.

Tócale la vez al Sr. Don Wenceslao Cuevas con su Método para acordeón de un teclado y gran repertorio de piezas en competencia con las que se expenden a real y medio, pues salen mucho más económicas. Debo advertir que además de la gran ventaja de darnos sesenta y siete piezas, hay la no menos gorda de ser estas elegidos, como los consabidos tabacos. ¡Vaya un preambulito el suyo! A este señor debe gustarle muchísimo darse con la badila en los nudillos. Lo prueba su esfuerzo en demostrarnos una cosa que a continuación echa por tierra.

"Esto, unido a que de todas las piezas que se oyen" -Me parece que no se puede pedir más corrección en la forma.

"Ni una vigésima parte de ellas" -¿Qué dirá el señor Salvi?

"Pueden tocarse en el acordeón que nos ocupa, da por resultado" ... Un disparate- ¿A qué poner en su método partes de música compuesta en tonos que no tiene el acordeón de un teclado"?

¿Ve usted, Sr. Cuevas, cuánto engaña el buen deseo? Usted cree estar componiendo música y le doy este nombre porque más o menos discordantes tiene sus notas, y resulta que estaba usted haciendo una plancha muy regular.

"El presente método es de un sistema" -¡Gran Dios, otra arma mortífera!-

"De un sistema de escritura tan inteligible."

¡Cuando yo decía que este Don Wenceslao era un estuche! ¿Con que también pendolista, eh?

"Con aquellos" -,Cuáles?-

"Se aprenden doce o quince piezas y con éste sesenta y siete." -Una más y nos resulta sesenta y ocho, época de la gloriosa y de aquellos metrallazos de Alcolea, que el Sr. Cuevas quiere reproducir en las páginas de su Método con gran repertorio.-

"Por otra parte" -debía haber ido y no por ésta.-

"Teniendo en cuenta las ventajas que proporciona la teoría unida a la práctica, o sea, el conocimiento exacto o más o menos aproximado". -Bueno será abrir el paraguas y apretar el paso, que el nublado ya está encima.-

Pues si bien el acordeón

no es un instrumento de precisión

Creo que estaba en lo fuerte al decir que el Sr. Cuevas era un estuche. Ahora se nos revela, aunque humildemente, como poeta. El anterior pareado, salvo pequeños defectos, no está mal, sobre todo si con el método se compara.

"No por eso dejará de ser una ventaja que el discípulo sepa lo que hace y el por qué". -Pero usted no puede negarnos que el maestro en este caso es imprescindible que también sepa lo que dice y el por qué, y francamente, Sr. Cuevas, yo no veo otra cosa que un desconocimiento absoluto de la materia por parte de usted, y... dispense la manera de señalar.-

Califica como un defecto de gran consideración el laconismo con que están escritos la mayoría de los métodos, y efectivamente, sino de gran consideración, lo es, pero en el suyo con tanto como dice, sólo consigue embrollar y aturdir al discípulo, sin que pueda sacar nada de provecho a pesar de sus claras y repetidas explicaciones. El lío para explicar la irregularidad del compás de habanera, partes musicales compuestas por un sistema desconocido y fuera de regla, puesto que en unas faltan y en otras sobran compases, música atacada del dengue como les sucede a Recopilación Remigia, etc., y a las habaneras La ferrolana y Dulce alianza, estas últimas afónicas tal vez por el cambio de clima, y otros muchos detalles que no menciono, hacen que el Método con gran repertorio padezca enfermedad más grave que los anteriores. ¡Y con qué entusiasmo y modestia nos dice Don Wenceslao que posee el arte!

Tanto, que para que no pase desapercibido, adiciona una hoja con el epígrafe Advertencia importante. ¡Ay, Sr. Cuevas! Con el arte que Ud. posee, no se va a ninguna parte, y créame Ud.: limitase al negocio de proporcionar acordeones nuevos y usados, como manifiesta en su libro, y déjese de publicar métodos que en nada le favorecen. A otro.

Lástima no disponer de más espacio para dar a conocer, en todos sus detalles, los dos Métodos nuevos, completos y sencillísimos de Don Juan Requena y Saiz, porque les aseguro que tienen miga y tela sobrada a pesar de las once varas que ya el Sr. Requena empleó en su camisa, para darle a su autor un poquito de jaqueca, que no habla de curársela ni el café nervino, ni el célebre lápiz, ni tantos otros remedios como por ahí se anuncian y venden. Pero la cosa va tomando mucha extensión y es preciso abreviar. La parte explicativa en los métodos que nos ocupan tiene un tecnicismo musical que, ¡válganos las once mil vírgenes!, aquello es un aluvión para el que ya no paraguas, impermeable y botas de montar se hacen indispensables, y aun así y todo no respondo de la mojadura.

Posición y trato que debe darse al acordeón

Éste es el encabezamiento de una explicación en que Don Juan nos habla de silla, taburete, introducción de manos y dedos por correas, muslo por aquí, muslo por allá y muslo por acullá. En resumen, que después de leer tanto desatino, queda uno exactamente igual que el negro del sermón.

"Existen dos pistones colocados bien a los lados de los demás bajos." -¿Se enteran Uds.? Pues sigo.-

"Bien en otras partes". -En el muslo, por ejemplo.-

"O bien una chapa." -¡Ay, Sr. Requena! ... pero sigamos.-

"El acordeón debe tenerse cuando no se use." -Ya lo saben Uds.-

"Cuando no se use, metido en una caja." -No dice si de madera, cartón o metálica, pues con el cuidado de encargar muy especialmente cuando no se use, se le escapó esta advertencia.-

"Siendo la primera operación que hay que hacer." -Ni los soldados rusos resisten a pie quieto este plomazo.-

"Qué hay que hacer al sacarlo, pisar el pistón." -¡Cuándo yo decíaa que esto terminaba mal! ¿Pisar el pistón?- ¡Cualquiera se resiste, sabiendo que el tal pistón tiene fulminante y las páginas de sus libros una metralla capaz de volar todo un castillo de sentido común!

Malos son los anteriores métodos, pero éstos no tienen rival en lo de rematados. Música ni por el olor, no se consigue sacar en limpio absolutamente nada.

En una palabra, señor Requena, se encuentra usted tan lejos del acordeonismo, como de un puesto de importancia en administración el barbero de mi lugar.

Por esta razón le dispenso la segunda consideración que hace en la página Advertencias del método para dos teclados, que por cierto no le ha salido de ahí, aludo a la cabeza, aunque bueno será advertirle, a mi vez, que en lo sucesivo cuide de no meterse en vedado. ¿Me entiende usted? Perfectamente.

Y no quiero seguir hablando de una cosa que realmente, más que censura, sólo merece la indiferencia que inspira todo aquello que no sirve ni tiene aplicación para nada. Como nuestros lectores han visto, entre los métodos citados los hay malos y peores, pero bueno ninguno. Sentiríamos herir la susceptibilidad de alguno de sus autores, pero guiados sólo por la más estricta imparcialidad, nos concretamos a decir una verdad que ya estaba demostrada. Obligado en esta ocasión a prescindir de la modestia, declaro francamente que los únicos métodos que cumplen en parte el objeto para que fueron publicados, con cuantos defectos tienen y soy el primero en reconocer, y con todos aquellos que los señores profesores quieran añadirles, son el Método por música para acordeón de dos teclados y el Gran Método Práctico, ambos de un servidor.

Métodos para sistema francés

Lástima que en la actualidad no haya a la venta ejemplares del Método completo y progresivo por Merlín, para en su vista, poder hacer la critica que sus condiciones requiera. Según referencias, trata únicamente de los acordeones de un teclado, y de ser cierto, en lo de completo nos vemos obligados a rebajar un buena parte.

Al Método completo por Don Antonio López Almagro también le falta bastante para serlo, pues si bien trata con excesiva minuciosidad de los diferentes modelos franceses, cita sólo los de un teclado alemanes, defecto que seria dispensable, en el caso de que no existieran los modelos superiores, cuando se publicó el mencionado libro.

En el prólogo hace algunas apreciaciones con las que no estamos conformes, pues si bien es cierto que los acordeones de que trata son de muy limitados recursos musicales, no por eso el acordeonista necesita menos solfeo; lejos de ello, entendemos por el contrario que debe conocerle con alguna perfección, para suplir con su inteligencia las deficiencias del instrumento. Reconocemos en el Sr. Almagro un músico notable; al menos, así lo ha demostrado en diferentes ocasiones, pero en su método, efecto tal vez de la poca o ninguna importancia que concede al acordeón, no estuvo muy acertado. Al hacer las apreciaciones generales que anteceden no me ciega la vanidad. Si mi creencia es errónea, a probarlo, aunque ya comprenderán mis lectores lo cuidadosamente que he procurado dar a mi libro una base indestructible en el fondo, y digo sólo en su fondo, porque respecto a su forma, mi pluma no puede ser la de un escritor.

MADRID, NOVIEMBRE DE 1890

CELESTINO PÉREZ

63 Reproducimos a continuación el Suplemento al método completo para acordeón de Celestino Pérez GARCÍA, ampliamente citado en este estudio.
Lo consideramos de gran interés por la información técnica, descriptiva, histórica etc., acerca del instrumento que en él se narra y cuya divulgación se hace imprescindible. Se trata de información que puede servir de estímulo a futuros investigadores. No olvidemos la escasez de publicaciones modernas especializadas en torno al acordeón y la dispersión de fuentes de información entre museos, archivos bibliotecas. colecciones privadas. Todo Un campo por explorar al seguir el rastro de este instrumento cuya fortuna le ha llevado como dicen en Italia "Dalle stelle alle stalle" (desde las estrellas a los establos). Esperamos que estos datos colaboren a un mejor conocimiento de su historia y ayuden a colocarlo en el lugar que le corresponde: entre las estrellas y los establos. Según en qué ocasiones, ambos pueden ser un buen lugar.

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